domingo, 12 de junio de 2011

RETOS


El reto principal que enfrentamos los hondureños es la creación de más oportunidades de trabajo en el sector formal.  Eso reducirá la pobreza y mejorará el nivel de vida de muchos de nuestros compatriotas.  Si logramos eso, nuestra población verá que el sistema político que hemos adoptado merece su respaldo y apoyo y así nuestra frágil democracia podrá consolidarse, madurar y rendir todos sus frutos.  La pregunta obligada, por supuesto, es que debemos hacer para facilitar la generación de empleo, y la experiencia nos dice que se requiere que las personas, nacionales y extranjeras, se decidan a arriesgar su dinero y crear nuevos negocios, grandes, medianos y pequeños, que briden las oportunidades de empleo que demanda nuestra gente.  Hasta acá, me parece, estaremos todos de acuerdo, pero todavía resta por preguntar qué se precisa para que las personas se decidan a arriesgar sus ahorros en la apertura de nuevos negocios.  Este es un tema un poco más complicado, pero algunas condiciones repetidamente son mencionadas por los expertos.  Veamos de qué se trata esto.

En primer lugar cabe recordar que en nuestro mundo globalizado, los inversionistas grandes pueden escoger donde colocar sus ahorros.  Esto es particularmente cierto en Centro América, donde nuestros inversionistas han invertido en varios, si no todos los países del área.  Esto es menos cierto para los inversionistas medianos y pequeños, pero en cualquier caso, no debemos olvidar que en efecto estamos involucrados en una competencia regional, cuando menos.  Siendo esto así, los inversionistas analizarán varios factores antes de decidirse por un país, y a mi juicio, el primer factor que considerarán es el referente a l nivel de violencia.  Ningún inversionista verá con entusiasmo una inversión en un país en el cual él, su familia, o sus empleados, estén continuamente sometidos a hostigamiento, violencia o muerte.  Además del impacto que esto tiene sobre la tranquilidad y el estado de ánimo del personal, se vuelve necesario dedicar sumas cada vez más importantes en empresas y equipo de seguridad que tornan los negocios menos productivos y rentables.  En pocas palabras, cetres paribus, un inversionista siempre invertirá donde reine la calma y la paz y evitará invertir en ambientes violentos e impredecibles.

El inversionista considerará también la calidad de la infraestructura y los servicios públicos.  El estado de las carreteras, los puertos, el suministro de agua y de energía eléctrica, y de los servicios de telecomunicaciones.  La estabilidad del gobierno y la fortaleza de las instituciones nacionales también figurarán en su análisis.

Además de lo anterior, un inversionista analizará otros factores.  Preguntará, por ejemplo, que tan fácil o difícil resulta establecer un nuevo negocio.  ¿Es muy costoso y dilatado?  ¿Hay muchos pasos burocráticos que cumplir?  ¿Cuánto tiempo toma y con cuánto corrupción deberá lidiar?  Si además requiere construir instalaciones nuevas para sus negocios, entonces también deberá preguntarse qué tan complicado será obtener los permisos de construcción.  ¿Qué tan caro resultará esto y, nuevamente, con cuánta corrupción se enfrentará en el proceso?  ¿Cuánto tiempo deberá esperar para obtener los permisos?  Las mismas preguntas le asaltarán al pensar que también deberá inscribir sus negocios y sus propiedades en los registros correspondientes.  ¿Cuánto costará, qué tan complicado será, cuánto tiempo tomará y cuánto exigirán los corruptos?

Posteriormente le tocará analizar la disponibilidad de crédito, o si se trata de abrir una nueva institución financiera deberá también preguntarse sobre la vigencia y aplicación de los derechos legales de los acreedores, sobre la disponibilidad de información crediticia y del cubrimiento de los registros públicos y privados.  En cualquier caso, también deberá considerar los impuestos aplicables, la tasa marginal, la facilidad o dificultad del pago, el tiempo que debe dedicar a pagar impuestos.  También deberá considerar el nivel de educación de la mano de obra, la rigidez de los contratos de trabajo y la dificultad y el costo de despedir al personal, si eso fuera necesario. 

Igualmente deberá informarse en cuanto a la rapidez y facilidad con que se hace valer los contratos firmados por las partes, los procedimientos aplicables, el tiempo que puede tomar el proceso y su costo, incluyendo los pagos generados por la corrupción.  Finalmente, deberá estudiar el procedimiento y los costos necesarios para cerrar el negocio si no funciona.  Nuevamente acá el tema son los costos, el tiempo y los procedimientos aplicables, y el costo de la corrupción.

Si se trata de una empresa dedicada a la exportación, entonces deberá también pensar en las dificultades para importar y exportar, incluyendo el tiempo, el costo y los pasos para ello.  Al final, resulta una larga lista de temas a considerar que, hasta hace poco, resultaba difícil por la escasez de información comparable y confiable.

Sin embargo, hace unos años el Banco Mundial comenzó a publicar un informe llamado (recurriendo a una traducción literal) Haciendo Negocios (Doing Business) en el cual analiza todos esos aspectos, desde la perspectiva del inversionista, para 183 países.  Lamentablemente, Honduras resulta muy mal calificada en dicho informe.  Recientemente ocupamos la posición 131 entre los 183 países analizados.  Recibimos la peor calificación de Centro América, y solamente unos pocos países del continente, entre ellos Haití y Venezuela, resultan peor evaluados que nosotros.

Esos son nuestros retos.  Mientras no tomemos medidas para mejorar nuestro clima de negocios no lograremos atraer la inversión que permita generar los empleos que demanda nuestra gente.  Estos temas, y no los políticos, deben ser nuestras prioridades.  Ojalá que lo entiendan los políticos.  Caso contario, terminaremos siendo consumidos por nuestra propia pobreza, tanto física, como mental y espiritual.

domingo, 5 de junio de 2011

PRIORIDADES

Latinobarómetro es una empresa chilena que anualmente conduce una encuesta en varias regiones del mundo, incluyendo a América Latina y la última encuesta, por primera vez, nos dice que en todo nuestro continente el tema que más preocupa a la gente es el crimen y la violencia.  Por primera vez el alto costo de la vida y el desempleo han pasado a segundo lugar.  En cuanto a nuestra Honduras me atrevo a aseverar, sin temor equivocarme, que el tema más importante es también el crimen y la violencia, seguido del desempleo, el alto costo de la vida y la pobreza.  Igualmente me atrevo a predecir que la necesidad de una asamblea nacional constituyente no aparecería en las prioridades de nuestros compatriotas, y si aparece sería en los últimos lugares, reflejando ser una preocupación de un minúsculo grupo.  Sin embargo, para la clase política las prioridades parecen estar invertidas.  Para ellos, lo más importante es la constituyente, y lo demás es secundario, o irrelevante.  ¿Cómo explicar esta paradoja y a quién beneficia esta inversión en las prioridades nacionales?  Permítanme compartir algunas ideas con ustedes para que luego puedan llegar a sus propias conclusiones.
En primera instancia, me parece que la clase política no entiende, ni sabe cómo resolver, los problemas de la violencia y la delincuencia, ni los temas de desarrollo económico, generación de empleo y reducción de la pobreza.  Por el contrario, entienden muy bien el tema de una constituyente y la ven como el medio para conquistar el poder, o para continuar en el.  Por supuesto que esto obliga a preguntar cuál es el propósito de conquistar el poder, es decir, que harán para resolver los problemas del pueblo una vez que controlen el poder, y a esto me atrevo a asegurar que no tendrán más que respuestas vagas y demagógicas.  Para ellos, lo importante es alcanzar el poder; el resto piensan que podrán definirlo sobre la marcha.  Esto explica por qué los políticos se sienten muy cómodos hablando de constituyentes e incómodos hablando de los verdaderos problemas del pueblo.  Como es natural, prefieren hablar de lo que entienden y evitar polemizar sobre lo que no entienden, por muy importante que esto sea para la población.
Por supuesto que el retorno del histrión y de algunos de sus cofrades exacerbará esta situación.   El beneficiario de la magnanimidad chavista no entiende los problemas del pueblo, ni le interesa solucionarlos, pero si comprende muy bien el tema de la constituyente y sacará ventaja de él.  En la ciudad en la que crecí había dos teatros, el Miramar y el Hispano, y ambos en sus espectáculos ofrecían, en algunas de sus funciones, dos películas, siendo la segunda el plato fuerte.   Igual debemos suponer que piensa el histrión, y por tanto debemos esperar que pronto iniciará la segunda tanda del circo, esta vez con más energía y con saber caribeño y a ritmo de merengue.  Es fácil predecir que el tema conductor del espectáculo circense será la asamblea nacional constituyente.  El drama de esta trágica telenovela consumirá a la clase política y seguramente arrastrará a un porcentaje significativo de nuestros periodistas, particularmente a aquellos que no se percatan de que son utilizados por los políticos, y aquellos que más que periodistas son activistas políticos o ideológicos.
Además de la clase política, esta situación será vista con mucho agrado por los generadores de la violencia, particularmente por los narcotraficantes y los secuestradores.  Para ellos cualquier distracción del gobierno y sus organizaciones es beneficiosa ya que les brinda espacio para continuar con sus fechorías.  Entre más tiempo le dediquemos a lo secundario, entre menos atendamos las necesidades del pueblo, menos problemas tendrán ellos para conducir sus nefastos negocios.  Es irónico, y hasta trágico y ridículo que mientras nuestra casa arde, que mientras perdemos el control de nuestro territorio, que mientras muchísimas familias se visten de luto diariamente, nuestra clase política esté dedicada a debatir temas que son decididamente secundarios, por no decir irrelevantes, para resolver nuestros verdaderos problemas y para atender las prioridades del pueblo.
Pero, lamentablemente, así es nuestra clase política.  Vea sino la condecoración que recientemente otorgó el Congreso al Embajador de Estados Unidos.  Yo me pregunto, si se hubiera hecho una encuesta, ¿qué porcentaje del pueblo hubiera estado de acuerdo con ese otorgamiento?  Es cierto que este Embajador obtuvo un logro algo que nunca alcanzaron sus antecesores.  Logró el rechazo de la izquierda, la derecha y el centro de nuestra población, y aunque reconozco que esto no es fácil, me parece a la vez que, a pesar de la dificultad que pudo haber implicado, no justifica una condecoración.
Me parece que pasamos por un momento muy difícil y que debido a la violencia y el narcotráfico podríamos estar comenzando a recorrer la senda de un país fallido.  Ojalá que yo esté equivocado, o que si no lo estoy, nuestra clase política recapacite y se dedique a atender las prioridades del pueblo.  Todavía estamos a tiempo, pero no tenemos tiempo que perder.