domingo, 5 de junio de 2011

PRIORIDADES

Latinobarómetro es una empresa chilena que anualmente conduce una encuesta en varias regiones del mundo, incluyendo a América Latina y la última encuesta, por primera vez, nos dice que en todo nuestro continente el tema que más preocupa a la gente es el crimen y la violencia.  Por primera vez el alto costo de la vida y el desempleo han pasado a segundo lugar.  En cuanto a nuestra Honduras me atrevo a aseverar, sin temor equivocarme, que el tema más importante es también el crimen y la violencia, seguido del desempleo, el alto costo de la vida y la pobreza.  Igualmente me atrevo a predecir que la necesidad de una asamblea nacional constituyente no aparecería en las prioridades de nuestros compatriotas, y si aparece sería en los últimos lugares, reflejando ser una preocupación de un minúsculo grupo.  Sin embargo, para la clase política las prioridades parecen estar invertidas.  Para ellos, lo más importante es la constituyente, y lo demás es secundario, o irrelevante.  ¿Cómo explicar esta paradoja y a quién beneficia esta inversión en las prioridades nacionales?  Permítanme compartir algunas ideas con ustedes para que luego puedan llegar a sus propias conclusiones.
En primera instancia, me parece que la clase política no entiende, ni sabe cómo resolver, los problemas de la violencia y la delincuencia, ni los temas de desarrollo económico, generación de empleo y reducción de la pobreza.  Por el contrario, entienden muy bien el tema de una constituyente y la ven como el medio para conquistar el poder, o para continuar en el.  Por supuesto que esto obliga a preguntar cuál es el propósito de conquistar el poder, es decir, que harán para resolver los problemas del pueblo una vez que controlen el poder, y a esto me atrevo a asegurar que no tendrán más que respuestas vagas y demagógicas.  Para ellos, lo importante es alcanzar el poder; el resto piensan que podrán definirlo sobre la marcha.  Esto explica por qué los políticos se sienten muy cómodos hablando de constituyentes e incómodos hablando de los verdaderos problemas del pueblo.  Como es natural, prefieren hablar de lo que entienden y evitar polemizar sobre lo que no entienden, por muy importante que esto sea para la población.
Por supuesto que el retorno del histrión y de algunos de sus cofrades exacerbará esta situación.   El beneficiario de la magnanimidad chavista no entiende los problemas del pueblo, ni le interesa solucionarlos, pero si comprende muy bien el tema de la constituyente y sacará ventaja de él.  En la ciudad en la que crecí había dos teatros, el Miramar y el Hispano, y ambos en sus espectáculos ofrecían, en algunas de sus funciones, dos películas, siendo la segunda el plato fuerte.   Igual debemos suponer que piensa el histrión, y por tanto debemos esperar que pronto iniciará la segunda tanda del circo, esta vez con más energía y con saber caribeño y a ritmo de merengue.  Es fácil predecir que el tema conductor del espectáculo circense será la asamblea nacional constituyente.  El drama de esta trágica telenovela consumirá a la clase política y seguramente arrastrará a un porcentaje significativo de nuestros periodistas, particularmente a aquellos que no se percatan de que son utilizados por los políticos, y aquellos que más que periodistas son activistas políticos o ideológicos.
Además de la clase política, esta situación será vista con mucho agrado por los generadores de la violencia, particularmente por los narcotraficantes y los secuestradores.  Para ellos cualquier distracción del gobierno y sus organizaciones es beneficiosa ya que les brinda espacio para continuar con sus fechorías.  Entre más tiempo le dediquemos a lo secundario, entre menos atendamos las necesidades del pueblo, menos problemas tendrán ellos para conducir sus nefastos negocios.  Es irónico, y hasta trágico y ridículo que mientras nuestra casa arde, que mientras perdemos el control de nuestro territorio, que mientras muchísimas familias se visten de luto diariamente, nuestra clase política esté dedicada a debatir temas que son decididamente secundarios, por no decir irrelevantes, para resolver nuestros verdaderos problemas y para atender las prioridades del pueblo.
Pero, lamentablemente, así es nuestra clase política.  Vea sino la condecoración que recientemente otorgó el Congreso al Embajador de Estados Unidos.  Yo me pregunto, si se hubiera hecho una encuesta, ¿qué porcentaje del pueblo hubiera estado de acuerdo con ese otorgamiento?  Es cierto que este Embajador obtuvo un logro algo que nunca alcanzaron sus antecesores.  Logró el rechazo de la izquierda, la derecha y el centro de nuestra población, y aunque reconozco que esto no es fácil, me parece a la vez que, a pesar de la dificultad que pudo haber implicado, no justifica una condecoración.
Me parece que pasamos por un momento muy difícil y que debido a la violencia y el narcotráfico podríamos estar comenzando a recorrer la senda de un país fallido.  Ojalá que yo esté equivocado, o que si no lo estoy, nuestra clase política recapacite y se dedique a atender las prioridades del pueblo.  Todavía estamos a tiempo, pero no tenemos tiempo que perder.

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