La semana recién
pasada concluyó con el asesinato del Fiscal Chávez, una de las personas más
importantes en la lucha contra el narcotráfico.
Un duro golpe contra el estado y contra todos y cada uno de nosotros. El Fiscal se une a una lista de notables
hondureños que han caído en la batalla contra los traficantes de drogas. Entre ellos recuerdo a Arístides González y a
Alfredo Landaverde. Cuando un estado
permite, indiferente e incapaz, que sus más connotados personajes sean
asesinados sin que se capture y castigue a los autores intelectuales y
materiales, debe concluirse que el estado está colapsando. Con mucho dolor debemos aceptar que nos
estamos convirtiendo en un estado fallido.
Permítanme explicar por qué.