lunes, 7 de marzo de 2011

CIUDADES MODELO


Mucho se ha dicho recientemente de las ciudades modelo, particularmente a raíz del éxito económico de Hong Kong y de las “zonas económicas especiales” de China.  En el primer caso se trata de un enclave en territorio costero chino, donde la adopción de reglas especiales, tales como una economía abierta, prudencia macroeconómica, leyes laborales flexibles, en resumen en lo que algunos peyorativamente llaman “neoliberalismo” ha producido un éxito extraordinario en cuanto a nivel y calidad de vida, así como respeto a los derechos de sus ciudadanos. El segundo caso fue producto del proceso gradual de apertura económica decidido por Deng Xiaoping.  Quien entonces dirigía a China decidió que lo prudente era establecer zonas especiales a las cuales se les permitiría experimentar con sus propios regímenes, a las cuales se les otorgaría un fuero especial, para ver que resultaba mejor para las condiciones chinas.  Una vez que se demostrara que un conjunto de reglas resultaba exitoso, entonces podría ampliarse su ámbito, hasta que eventualmente abarcara a todo el territorio chino.  En otras palabras, en lugar de imponer un sistema a toda la nación, arriesgando en el proceso la selección de un sistema que no fuera el adecuado para las circunstancias chinas, decidió que era preferible permitir que se experimentara hasta encontrar la mejor opción tomando en cuenta la cultura, costumbres e idiosincrasia china.  Después de casi treinta años, la historia demuestra el gran éxito que han tenido las “zonas económicas especiales” en China, y el traslado del modelo a otras regiones chinas no se hizo esperar.  Ahora otros países buscan replicar el proceso, entre ellos Honduras.  Pero, ¿será eso conveniente?  ¿Si fuera conveniente, será posible o fácil?  Analicemos un poco la situación para que cada quien cuente con elementos de juicio para llegar a su propia conclusión.

La experiencia china ha sido exitosa, pero probablemente habría quedado en China de no ser por el ex profesor de la Universidad de Stanford, y ex emprendedor exitoso, Paul Romer.  Paul está convencido que las “meta reglas”, las reglas sobre reglas, son la clave del desarrollo.  Piensa que más que buenas políticas, lo que se requiere son buenas reglas para impulsar el despegue económico.  Paul ve en la experiencia china, en las “ciudades modelo”, o más correctamente en las “ciudades con fuero”, el modelo para experimentar e identificar lo que favorece el desarrollo en diferentes países, para luego ampliar el ámbito de aplicación de ese modelo exitoso a todo el país.  La premisa implícita en esta propuesta es que un modelo que ha demostrado su éxito en el país encontrará menos resistencia para su adopción en otras partes del país.  Evidentemente que es más fácil que la población acepte cambios en las reglas bajo las cuales opera cuando en otra parte del propio país se puede evidenciar el éxito que acompaña la adopción de reglas diferentes.

Paul además piensa que Hong Kong y las zonas económicas especiales en China ponen de relieve la importancia de las economías de escala.  Basado en la experiencia de Hong Kong piensa en un área de mil kilómetros cuadrados y una población de diez millones de personas.  Además piensa en un puerto y un aeropuerto adyacentes y de características y dimensiones propias de un país de primer mundo.  Nuevamente pensando en Hong Kong, concluye que la economía giraría en torno a la manufactura de producto s de alto valor agregado y servicios sofisticados de gran demanda mundial.  Esto, sin embargo, implica una fuerza laboral muy calificada y de alto nivel y calidad educativa.  En otras palabras, en la mayoría de los países esto implicaría importar la mayor parte de la mano de obra necesaria.

El proceso de experimentación implícito en esta idea implica que el fuero de la ciudad incluiría la adopción de su propia legislación laboral, de su propia moneda, de su propio sistema educativo, de su propio sistema legal (que podría incluso ser el de la Ley Común), de sus propios tribunales y policía.  En fin, para que realmente pueda experimentarse, el fuero debería ser tan amplio como sea posible.

Visto esto así, ¿cuáles serían los problemas que enfrentaría esta propuesta en nuestro país?  En primer lugar, nuestra xenofobia y nuestro temor y la resistencia al cambio.  En segundo lugar, los intereses creados y grupos fácticos de poder, incluyendo a los gremios que gozan de prebendas, estatutos y “conquistas”.  A estos seguramente les preocupará que se demuestre el éxito de un sistema donde sus estatutos, códigos y “conquistas” brillan por su ausencia.  Sin embargo, más importante y difícil aún resultará generar la confianza necesaria para que inversionistas internacionales se decidan a invertir en nuestro país.

Recordemos que los inversionistas participarán en proyectos de infraestructura de larga maduración y que tienen “altos costos de salida”, es decir, que en estos casos es difícil poder vender y recuperar las inversiones si el negocio no resulta debido a cambios en las reglas, en el fuero, de la ciudad.  Si un inversionista extranjero invirtiera, por ejemplo, en la construcción del sistema de distribución de agua de la ciudad, difícilmente podrá venderlo rápidamente y recuperar su inversión.  En China, el cambio de las reglas no preocupa.  Después de todo, el régimen impone su voluntad y parece estar consolidado.  El cambio de sistema no preocupa a nadie, al menos no en este momento.  En nuestro caso, con gobiernos que duran cuatro años, con los concomitantes bruscos cambios de reglas y políticas, la situación es diferente.  Si bien la legislación recientemente adoptada requiere la celebración de un referéndum previo al cambio del fuero de una ciudad, el referéndum no es vinculante, por lo que el Congreso, con el asentimiento de las dos terceras partes de los diputados, puede abrogar o modificar el fuero previamente otorgado.  En estas circunstancias, ¿habrá interesados en arriesgar centenares de millones de dólares invirtiendo en nuestro país en un emprendimiento sin precedentes?

Me parece encomiable que un grupo de hondureños piensen en grande y se atrevan a proponer un verdadero cambio de paradigma.  A mi juicio, es innegable que el país necesita despertar y encaminarse por la senda de la transformación.  El empeñarnos en mantener el status quo, por hacer cambios al margen, solo producirá leves e incrementales mejorías en nuestro nivel de vida.  Debemos superar nuestros sesgos, nuestras tradiciones y ataduras cuasi-coloniales.  La propuesta de las ciudades con fuero debería por lo menos obligarnos a hacer un examen de conciencia.  Si al menos lograra eso, la propuesta y su debate habría sido positiva.  Y quien sabe.  Tal vez haya valientes que se decidan a invertir en nuestro país a pesar del clima de incertidumbre que conlleva nuestro sistema político.

2 comentarios:

  1. Recordemos que Hong Kong y su gran auge económico, se lo debe a los ingleses, pues hasta muy poco era una colonia británica, antes de que fuese regresada a China comunista o continental, hay que decir completa la historia para no formar una opiniòn errada, la ilusión que estas ciudades modelo traerán prosperidad, al contrario, sé que ocasionarán más disturbios que otra cosa, una muy mala la idea del gobierno que vende o alquila la soberanìa nacional.

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  2. La clave del desarrollo està en eliminar la impunidad y la corrupciòn, en el respeto a nuestras propias reglas, a la constituciòn, y evitar que la ignorancia sea quien guie nuestros destinos. Hay demasiados vende patrias, veremos que ocurre con el verdadero pueblo hondureño, y no la opiniòn de unos pocos. Todo lo actuado es lesivo a nuestra naciò.

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