La semana pasada comenzó mal, pero terminó bien. De hecho, debemos celebrar y felicitar a los diputados y al Ejecutivo. La salida del Cuerpo de Paz de Honduras fue una muy mala noticia que se dio a inicios de la semana y que confirma, ante el resto del mundo, que Estados Unidos nos ve como un país muy peligroso para la visita o permanencia de sus ciudadanos. No cuesta mucho imaginar el impacto que esta decisión tendrá sobre el turismo y la inversión extranjera. Esa noticia fue un duro golpe al país, pero tal vez haya servido para que los políticos despertaran y comenzaran a tomar las medidas que el pueblo reclama. Es difícil no pensar que esa decisión motivó, al menos parcialmente, la reforma constitucional que permitirá la extradición de los narcotraficantes y de quienes financien el terrorismo.
Esa reforma constitucional marca un hito muy importante y debemos felicitar a los diputados por haberla tomado. Sin embargo, hubiera sido preferible una reforma que también permita la extradición por otras razones. Por ejemplo, resultará difícil que el país se niegue a extraditar a una persona acusada de crímenes contra la humanidad por la Corte Penal Internacional para que sea juzgada en dicha Corte. Es evidente que no habría defensa posible frente a la comunidad internacional y que, al igual que ahora, la presión nos hará capitular. De cualquier forma, la reforma recién aprobada, y que deberá ser ratificada en la siguiente legislatura, es un buen paso en la dirección correcta, que permitirá avanzar en la lucha contra el narcotráfico. Seguramente que Alfredo Landaverde aprobaría esta reforma, y de hecho la reforma puede verse como un homenaje póstumo a Alfredo.
Igualmente resulta alentador saber que se ha decidido no ampliar el contrato de SEMEH. Cuando nació ese tristemente célebre contrato en la Administración Flores, escribí un artículo criticándolo por innecesario, costoso y por haberse otorgado sin que mediara una licitación pública internacional. El tiempo ha demostrado que tenía razón. El contrato se venció hacia el final de la Administración Maduro, pero infortunadamente el Congreso decidió, unilateralmente, prorrogarlo por seis años más. Ahora llega a su fin, y al parecer, no habrá ampliación. Muy buena noticia, aunque lamentablemente llega tarde. Después de diez años de vigencia el contrato no ha producido beneficios para la ENEE, ni para los consumidores, pero si cuantiosas ganancias para los dueños del contrato. En efecto, se ha dado una importante transferencia de recursos de los clientes de la ENEE a los accionistas de la empresa. Al final, y como diría mi madre, es mejor tarde que nunca.
Ahora habrá que encontrar al sustituto de SEMEH, para lo cual se ha propuesto que los empleados de la ENEE constituyan una cooperativa y que se les otorgue el contrato a ellos, lo cual es una buena idea, excepto que deberían competir con otros en una licitación pública internacional. De otra forma, ¿cómo se puede establecer un precio razonable por los servicios prestados? Si se usa el contrato de SEMEH como referencia, ¿qué garantía tenemos de que lo que se cobraba en ese contrato es razonable? Después de todo, y como he mencionado antes, ese contrato no nació de una licitación pública.
De cualquier forma, y antes de tomar esa decisión, se debe analizar si en realidad el servicio que prestaba SEMEH es necesario. La telefonía celular nos ha demostrado el éxito del prepago y el mismo sistema puede usarse en el sector eléctrico. Si se contara con medidores de prepago, la lectura y facturación serían actividades innecesarias. Su eliminación redundaría en ahorros a la ENEE que podrían reflejarse en la tarifa. Además, se volvería innecesario exigir un depósito a los clientes y de hecho la ENEE debería devolver los depósitos que tiene de sus clientes. Finalmente, cesarían los reclamos por lecturas erróneas, lo cual también redundaría en ahorro para la ENEE. Claramente que en este caso sería fundamental contar con medidores bien calibrados, lo cual debería ser responsabilidad de la Comisión Nacional de Energía, con participación de representantes de los consumidores. En el caso de los usuarios grandes, estos deberían contar con telemedición, y de hecho algunos ya la tienen. En resumen, la tecnología indica que la lectura tradicional de medidores, así como la facturación, tienen una vida útil limitada y que luego pasarán a ser actividades obsoletas. Medidores de prepago y la telemedición para los clientes grandes debería ser la meta para la ENEE, y la contratación de una empresa para sustituir a SEMEH debería ser tan solo un paso temporal y de corta vida para implantar la solución definitiva.
En resumen, la semana recién pasada fue una buena semana para los hondureños. Celebremos y demos a César el mérito que le corresponde. Resta, por supuesto, que se depure la policía con participación de instituciones internacionales (y no solo de personajes internacionales) y que se amplíe el ámbito de competencia de la policía municipal. Sigamos insistiendo. Lo acontecido la semana pasada debe alentarnos para continuar en la lucha.
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