lunes, 23 de abril de 2012

ELECCIONES ESTUDIANTILES EN LA UNAH


Recientemente se ha dado un problema en la UNAH, ya que algunos dirigentes estudiantiles estiman que los estudiantes que participan en el Consejo Universitario deben ser electos.  Sin embargo, la Ley no lo estipula así.  Por el contrario, define los requisitos académicos a satisfacer y deja la selección de los estudiantes que integrarán el Consejo en manos de las autoridades universitarias.  Al parecer, la confusión surge debido a que el Reglamento de la Ley habla de elecciones, pero claramente que la Ley prevalece sobre el Reglamento.  Lo que procede ahora es que la UNAH reforme el Reglamento para que refleje fielmente el espíritu de la ley y así terminar con la controversia.  Sin embargo, y viendo más allá de los aspectos legales y formales, cabe preguntar si tiene o no sentido establecer como requisito la elección de los candidatos estudiantiles, y más aún, si tiene o no sentido la participación de los estudiantes en los órganos de gobierno de la UNAH.  Veamos que nos dice la experiencia y el sentido común al respecto.

En primer lugar debemos precisar cuál es nuestra meta, nuestro propósito.  Si lo que buscamos es la excelencia académica en la UNAH, como me parece debe ser, entonces pareciera lógico ver los modelos de gobierno empleados en las universidades catalogadas como excelentes en el ámbito académico.  De lo que he visto, de las veinte mejores universidades en el mundo, alrededor de dieciocho están en Estados unidos, y todas son privadas.  Ninguna universidad latinoamericana se ubica entre las mejores veinte.  En ninguna de esas universidades estadounidenses tienen los estudiantes participación en los órganos de gobierno, ni las autoridades universitarias son seleccionadas por medio de elecciones.  En todos los casos, las autoridades son nombradas por la instancia correspondiente, cualquiera que esta sea, y generalmente la selección de las autoridades se hace por medio de concursos de méritos.

En segundo lugar, las universidades compiten abiertamente para atraer los mejores catedráticos, investigadores y alumnos.  A la vez, son evaluadas por diferentes medios y los resultados de las evaluaciones son ampliamente divulgados y constituyen la base de su calificación en la escala de la excelencia.  Las universidades cobran matrículas que reflejan el costo de la enseñanza, pero a la vez disponen de fondos (donados generalmente por sus ex alumnos) para becar a los estudiantes talentosos de escasos o modestos recursos económicos.  Ningún estudiante talentoso es rechazado por su situación económica.  El propio Presidente Obama es prueba viviente de ello, habiendo estudiado en las mejores universidades de Estados Unidos, gracias a la ayuda financiera que le otorgaron esas universidades.

En resumen, podemos ver ciertos principios que aplican las universidades exitosas académicamente.  Primero, sus autoridades son nombradas, no electas, y los estudiantes no tienen participación en los órganos de gobierno universitarios.  Segundo, en la búsqueda de la excelencia las impulsa la competencia con otras universidades, y para esto se someten a la evaluación independiente y pública.  Tercero, son todas privadas y establecen colegiaturas que reflejan el costo de proveer una educación de calidad, pero a la vez crean fondos para financiar a los alumnos brillantes pero de limitados recursos económicos.  Cuarto, se financian principalmente con donaciones de sus ex alumnos.

En nuestro caso, claramente que no existe la cultura de las donaciones por parte de los ex alumnos de las universidades, por lo que se vuelve necesario el financiamiento público de la UNAH.  Sin embargo, el resto de los principios previamente mencionados si podrían ser aplicados a la UNAH.  Para ilustrar el caso, la UNAH podría comenzar por cobrar con base en la capacidad de pago del alumno, basándose para ello en lo que el alumno pagaba en el colegio de secundaria del cual se graduó, y con estos recursos crear un programa de becas para beneficiar a los estudiantes talentosos de limitados recursos económicos.  También podría introducirse la competencia, escindiendo a la UNAH en varias universidades estatales regionales y asignando recursos entre ellas con base en la calidad de sus graduandos, medida esta mediante pruebas objetivas administradas por una organización independiente y de reconocido prestigio.

Cuando se emprendió la reforma universitaria en la Administración Maduro tratamos de impulsar algunas de estas ideas, pero no tuvimos éxito y los diputados al final aprobaron el proyecto que ahora conocemos.  En su momento nos tocó decidir si lo sancionaba el Presidente o lo vetaba por haberse quedado corto.  Al final decidimos que a pesar de sus limitaciones y deficiencias, era preferible sancionar el proyecto, ya que de otra forma quedaba vigente la tristemente célebre paridad estudiantil, causa evidente de la politización y mediocridad de la UNAH.  Ahora habrá que esperar un tiempo prudente para retomar la reforma universitaria y así crear un sistema universitario que pueda aspirar a la excelencia.  Pero claramente que volver a las elecciones estudiantiles para seleccionar a los estudiantes que participarán en los órganos de gobierno de la UNAH equivale a un absurdo retroceso, al imperio de la irracionalidad y la politiquería en la Universidad.  Dejemos atrás, de una vez por todas, esos tiempos oscuros y preparémonos para emprender la nueva reforma universitaria que nos permita contar con universidades de calidad.  Nuestros jóvenes se lo merecen y la patria nos lo reclama.

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