domingo, 16 de septiembre de 2012

REGIONES ESPECIALES DE DESARROLLO


Recientemente el proyecto para implantar las regiones especiales de desarrollo, otrora conocido como Ciudades Modelo, Ciudades con Fuero Especial, Zonas Económicas de Desarrollo, sufrió un duro revés.  El grupo de personalidades extranjeras que habían aceptado vigilar y asegurar la transparencia del proceso envió una carta al Presidente de la República desligándose del proyecto.  Al parecer, el grupo nunca fue convocado a reuniones y por tanto no han tenido participación alguna en el proyecto.  La gota que derramó el vaso fue la reciente adjudicación de un contrato a una empresa que desarrollaría la infraestructura de la primera región especial de desarrollo en una zona aledaña a Omoa.  Si, como dice el grupo, no se les ha tomado en cuenta, pero a la vez se ha ya adjudicado un contrato, pareciera razonable que busquen desligarse del proyecto, ya que de otra forma alguien podría pensar que ellos han avalado lo hasta ahora actuado.  El golpe ha sido duro, y si a eso se agrega otros acontecimientos, uno tendría que concluir que el proyecto tiene un futuro muy incierto, o que se encamina al fracaso.  Veamos por qué.


En primer lugar llama la atención los múltiples recursos de inconstitucionalidad que se han planteado a la Corte Suprema de Justicia en contra del proyecto.  A esto se debe agregar que, según dicen los interesados, existe ya un dictamen del Ministerio Público que sostiene que la legislación aprobada para dar vida al proyecto violenta nuestra constitución.  Si bien la Corte tiene la última palabra, una opinión desfavorable del Ministerio Público es sin duda perjudicial al proyecto.  Dada la incertidumbre que generan los recursos de inconstitucionalidad, resulta difícil entender la firma de un contrato con una firma para el desarrollo de la infraestructura de la primera región.  Lo prudente hubiera sido esperar el fallo de la Corte y luego actuar de manera congruente con el fallo.  ¿Qué sucederá con el contrato si la Corte invalida todo lo actuado?  ¿Quedará protegido el estado, o tendremos que encarar una demanda del contratista?  ¿Estamos frente a un pasivo contingente que vendrá a lastimar las raquíticas arcas del estado?  Estas son algunas de las preguntas que seguramente se hizo el grupo de personalidades extranjeras, y que para tranquilidad de todos, deberían ser respondidas por quienes impulsan el proyecto.

En segundo lugar, se ha ya formulado una acusación en la Fiscalía en contra de los diputados que apoyaron la legislación que dio vida al proyecto.  Como resultado de esto, es de esperar que muchos de aquellos que inicialmente apoyaron la iniciativa ahora se retracten y dejen solos a quienes han venido impulsando el proyecto.  Un proyecto huérfano de apoyo en el Congreso difícilmente podrá salir adelante.

En tercer lugar, se ha minado la confianza de la población.  Si bien la opinión pública no ha jugado un papel importante en el proyecto a la fecha, el retiro del grupo de personalidades extranjeras y la adjudicación de un contrato mientras penden sobre el proyecto varios recursos de inconstitucionalidad despertarán la suspicacia de la población y volverán impopular el proyecto.  Un proyecto impopular y abandonado por los diputados fomenta un clima propicio para un fallo favorable a uno de los tantos recursos de inconstitucionalidad.  Por todas estas razones concluyo que el proyecto parece estar condenado al fracaso.
Sin perjuicio de lo anterior, es una pena que por errores en el proceso perderemos la oportunidad de ver si este concepto, que ha sido muy exitoso en China,  pudiera funcionar en nuestro país.  Si se descarta la posibilidad de recurrir a cambios radicales, pero confinados al área que se les asigna, no queda más alternativa que aceptar que nuestro desarrollo debe basarse en cambios graduales e incrementales en todo el ámbito nacional.  Si nos negamos la oportunidad de experimentar y ser radicalmente innovadores, entonces debemos resignarnos a un proceso lento y poco innovador.

Por otro lado, la experiencia también demuestra que si se desea impulsar un proceso innovador y de alto riesgo, la transparencia es fundamental y obligatoria.  No es posible conducir un proceso de este tipo con la misma opacidad con que se manejan los temas en el Congreso Nacional.  Ojalá que por lo menos nos quede esta enseñanza como herencia del proyecto de las regiones especiales de desarrollo.

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