Los
expertos nos dicen que para que la economía crezca, y un país pueda
desarrollarse, es necesario invertir. Si
bien la inversión no es suficiente para el desarrollo, es necesaria, ya que sin
ella no se generarán los empleos requeridos para que la población salga de la
pobreza. Dicho esto, es evidente que
para un inversionista, particularmente un extranjero, la globalización le
ofrece la oportunidad de invertir en prácticamente cualquier país del mundo. Es cierto que la cercanía a los grandes
mercados es importante, pero lo es cada vez menos debido a los avances, y la
consecuente disminución de costos, en el transporte y las comunicaciones. Siendo esto así, resulta fácil entender que
el clima de negocios que priva en los diferentes países, es decir la facilidad
con que una nueva empresa pueda operar en ellos, es un factor casi determinante
en el cálculo del inversionista. El
clima de negocios en un país es cada vez más importante y en nuestra Honduras
habíamos comenzado a mejorarlo, pero últimamente nos hemos estancado. Veamos por qué.
El clima de
negocios es un tema que el Banco Mundial evalúa anualmente. Aplicando el mismo criterio analiza la
situación en 185 países y publica los resultados en el documento intitulado Doing Business, cuya versión correspondiente
al 2013 recién ha sido publicada. En ese
documento, Honduras aparece ubicada en la posición 125 de 185, siendo la
posición 1 la que corresponde al país con el mejor clima de negocios. En otras palabras, nos ubicamos en el tercio
de los países con el peor clima de negocios.
De hecho, ocupamos la última posición en Centro América y en el
continente solamente Brasil (130), Ecuador (139), Bolivia (155), Haití (174) y
Venezuela (180) resultan peor evaluados que nosotros. Para colocar el problema en perspectiva
habría que agregar que en el 2011 ocupamos la posición 130 entre 183 países
evaluados y en el 2012 la posición 128 de 183. De esto resulta que algo hemos
avanzado al alcanzar la posición 125 (pero esta vez entre 185 países), pero en
términos relativos no hemos avanzado porque nuestros vecinos también han
avanzado. Es decir que con respecto a
Centro América no hemos avanzado. De
hecho permanecemos estancados. Una vez
más, hemos perdido nuestro impulso reformador y renovador.
El índice
utilizado por el Banco Mundial consta de diez componentes: a) la facilidad con
que puede comenzar un nuevo negocio, y en esto nuestra posición es 155 de 185;
b) la facilidad para obtener permisos de construcción donde el resultado es 65
de 185; c) la facilidad para obtener servicio eléctrico, donde nos ubicamos en 117
de 185; d) la facilidad con que puede inscribirse una empresa o una propiedad,
donde logramos la posición 92 de 185; e) la facilidad con
que puede obtenerse crédito, y acá nos vemos bien, 12 de 185; f) la protección
que se brinda a los inversionistas, donde resultamos muy mal evaluados, 169 de
185; g) la facilidad con que se puede pagar los impuestos, donde se nos ubica
en 139 de 185; h) la facilidad con que puede emprenderse el comercio
transfronterizo, donde logramos la posición 90 de 185; i) el respeto a los
contratos, donde recibimos la peor evaluación, ubicándonos en la posición 179
de 185, es decir, se nos ubica entre los peores países del mundo en cuanto a
hacer que se respeten los contratos; y, j) la facilidad con que se conduce el
proceso de insolvencia de una empresa, donde logramos la posición 133 de
185. Cabe señalar que si resultamos
mejor evaluados en cuanto al acceso al crédito, los permisos de construcción,
el comercio transfronterizo y el registro de empresas y propiedad, ello es
consecuencia del esfuerzo consciente y constante que se hizo por mejorar en
esas áreas. Lamentablemente ese espíritu
parece haberse disipado últimamente y como consecuencia nos hemos estancado.
Lo
positivo, lo que debemos recordar, es que cuando nos lo hemos propuesto hemos
logrado mejorar el clima de negocios y eso se ha reflejado en la evaluación que
prepara el Banco Mundial. Sabemos como
hacerlo y como organizarnos para lograrlo.
Es tan solo cuestión de prioridad y voluntad. Ojalá que podamos retomar el espíritu
renovador y reformador, ya que solo así podremos crear las condiciones
necesarias para que la inversión crezca en nuestro país, y con ella florezca el
empleo y retomemos la ruta del crecimiento económico y el desarrollo.
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