Frente a la
difícil situación financiera que enfrenta nuestro país, algunas personas han
hablado de un “rescate financiero”. Debo
suponer que viendo lo acontecido en Europa, particularmente en Grecia, Irlanda,
Portugal y España, piensan que algo similar podría plantearse para nuestro
país. Lamentablemente, quienes así
piensan parecen no entender por qué fue necesario un rescate financiero en
Europa y por tanto tampoco parecen entender que eso no sería aplicable a
nuestro país. Permítanme explicar por
qué.
El llamado
rescate financiero de algunos países europeos no es más que un programa de
ajuste, excepto que en este caso el Fondo Monetario Internacional no actúa
solo. Y no lo hace porque los montos
requeridos para atender las necesidades de los países son de tal envergadura
que el Fondo no podría aportarlos solo.
Al menos no podría hacerlo y contar con recursos para atender las
necesidades de otros países miembros.
Por esa razón, para lograr contar con recursos complementarios para
atender los requerimientos de los países europeos, es que ha participado en el “rescate”
el Banco Central Europeo y la Unión Europea.
Si bien esto ha logrado incrementar los recursos disponibles para los
países europeos afectados por la crisis, ha resultado en complejidades
adicionales ya que ahora son tres los que definen la condicionalidad y tres los
que deciden si los países han cumplido con lo pactado. En efecto, se ha tratado de una experiencia
singular no exenta de problemas y dilemas.
Sin embargo, y pese a la experiencia que ahora se ha acumulado en
“rescates”, nada de ello es aplicable en nuestro caso.
La razón es harto
sencilla. En nuestro caso el Fondo
Monetario Internacional puede fácilmente atender nuestras necesidades y las del
resto de los países miembros. En pocas
palabras, por los montos requeridos no es necesario involucrar a otros
organismos, ni verían estos la necesidad de involucrarse. Puesto de otra manera, en nuestro caso, el
“rescate internacional” sería un eufemismo para describir un simple programa o
acuerdo con el Fondo. Así de
sencillo. A mi entender las personas
sensatas de nuestro país estamos convencidos de la necesidad de contar con un
programa con el Fondo, así que me parece que lo prudente es llamar las cosas
por su nombre. En lugar de hablar de un
“rescate financiero” debemos hablar de un programa con el Fondo. Solo siendo directos y sinceros podremos salir
adelante en la difícil tarea que enfrentamos.
Como ha dicho su
Eminencia, el Cardenal Rodríguez, no es posible siquiera pensar en una segunda
condonación de la deuda. Esa no es una
opción, así que no nos queda más alternativa que poner nuestra casa en
orden. Un nuevo programa con el Fondo
seguramente pasará por un ajuste fiscal que reduzca el alto déficit que hemos
generado. También requerirá de la adopción
de medidas monetarias y cambiarias que protejan la posición externa del país. En el ámbito fiscal el Fondo esperará ver
medidas específicas para reducir el gasto público, incluyendo, a mi juicio, una
nueva política de empleo y sueldos en el sector público, así como una revisión
y reducción de las transferencia presupuestarias. También esperará ver acciones concretas para
incrementar los ingresos, sin aumentar las tasas impositivas, es decir,
reduciendo las exoneraciones y exenciones y mejorando la eficiencia en la
recaudación de impuestos, lo cual, nuevamente a mi juicio, implica la
despolitización de la DEI. Es imposible
que la DEI cumpla con sus metas si es llenada con activistas de los políticos.
Dada la cercanía
del proceso electoral resulta prudente esperar que asuma funciones la próxima
Administración antes de negociar y acordar un nuevo programa. No será fácil, pero a mi juicio es
imprescindible. Carecemos de
credibilidad en nuestras relaciones con el Fondo. Hasta donde recuerdo, hemos incumplido todos
los programas suscritos con el Fondo, y la Administración Zelaya tiene la
triste distinción de haber incumplido dos.
Solo la Administración Maduro cumplió el programa durante su
gestión, pero luego la Administración Zelaya lo incumplió. A pesar de esto, y reconociendo que hemos
destruido nuestra credibilidad, debemos negociar
un nuevo programa. La alternativa es,
simple y llanamente, el caos, es decir indisciplina fiscal, alta inflación y
una severa devaluación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario