La crisis que afecta
al IHSS obliga a revisar nuestro modelo de seguridad social. El modelo original, que data de mediados del
siglo pasado, nunca tuvo cobertura universal y tampoco fue financieramente
sostenible. Para colmo de males, su
sistema de gobierno facilitó su manipulación por parte de los políticos, lo
cual produjo el resultado esperado: corrupción e ineficiencia. Se trata ahora de buscar un nuevo modelo,
aprendiendo de los errores del pasado, asegurando que sea financieramente
sostenible y que su gobierno corporativo minimice el riesgo del manoseo
político.
Como consecuencia de
la crisis, el Presidente ha decidido socializar las bases de un nuevo sistema
para luego presentar la correspondiente iniciativa de ley en el Congreso de la
República. Si bien aplaudo la iniciativa del Presidente, me parece fundamental partir
de bases sólidas para diseñar un nuevo sistema, las cuales, a mi juicio, deben
ser la sostenibilidad financiera, la equidad, y, en la medida en que las
finanzas públicas lo permitan, el acceso universal. Es evidente que cualquier modelo que no sea
financieramente sostenible está condenado al fracaso. Tampoco es viable proponer un modelo que
incremente el ya abultado déficit fiscal o la carga tributaria que ya pesa sobre
el sector privado. El aumentar el
déficit fiscal, o crear pasivos contingentes, es insostenible ya que requiere
de un creciente endeudamiento público y conlleva a un pronto, seguro, y severo
deterioro de nuestra economía. El
incrementar la carga tributaria al sector privado reducirá el anémico
crecimiento económico de nuestra economía, impedirá la generación de empleo y
obligará a muchas pequeñas empresas a trasladarse al sector informal de la
economía. Por estas razones parece
necesario que el nuevo modelo se base en nuestra realidad económica para que
sea sostenible. Además de esto, el
modelo debe ser equitativo y solidario, tanto en cuanto a las aportaciones,
como en cuanto a los beneficios.
Finalmente, y sin perjuicio de los requisitos previamente mencionados,
el sistema debe fomentar el acceso universal, partiendo de que todos los
participantes, sin excepción, debemos cotizar para gozar de sus beneficios y de
que los beneficios deben guardar una relación directa con las cotizaciones y
aportes que cada quien haya oportunamente hecho.
En otro orden de
cosas, las lecciones del pasado indican claramente que lo prudente es crear dos
entes separados y con sus propios gobiernos corporativos. Uno dedicado a la provisión de servicios de
salud y el otro enfocado exclusivamente en los temas de invalidez, vejez y
muerte. Solo así lograremos evitar que
el régimen de salud se apodere de los recursos propiedad del régimen de
invalidez, vejez y muerte. Este fue un
pecado original del sistema creado hace más de medio siglo y que es
responsable, al menos parcialmente, del descalabro que ahora enfrentamos.
Finalmente, parece
igualmente importante implantar un nuevo modelo de gobierno corporativo de los
nuevos entes. No debemos aceptar la
manipulación de los políticos, ni juntas directivas o directores
incompetentes. El muro inexpugnable para
los políticos es la participación privada y por eso en el régimen de invalidez,
vejez y muerte es aconsejable considerar el modelo utilizado en otros países
del continente, cual es el manejo del régimen por medio de las empresas
privadas administradoras de fondos de pensión.
En cuanto al régimen de salud, si se decide mantenerlo en el sector
público, entonces como mínimo debemos optar por una junta nominadora que
proponga candidatos para integrar la junta directiva del nuevo ente. Para este
fin, la junta nominadora debería establecer los requisitos que deben llenar los
aspirantes a ser miembros de la junta directiva y luego proceder a seleccionar
los mejores candidatos por medio de un concurso público. Seguidamente, la nueva junta directiva, con
la asistencia de una firma especializada, debería promover un concurso de
méritos para seleccionar al Director del nuevo ente, partiendo de la premisa de
que se trata de contratar un buen administrador y no un buen médico. Solo con la participación de una junta
nominadora, y siguiendo el procedimiento esbozado, podremos minimizar la
intromisión de los políticos en el manejo del nuevo ente.
Einstein decía que una
manifestación de locura era aplicar las mismas medidas y esperar resultados
diferentes. Otros han señalado que las
crisis generan oportunidades excepcionales para el cambio y la
transformación. No desperdiciemos la
oportunidad que la crisis del IHSS nos brinda para crear un nuevo sistema de
seguridad social financieramente sostenible, equitativo, universal en la medida
que permitan las sanas finanzas públicas, y dotado de un gobierno corporativo que
minimice la injerencia y la manipulación política.
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